La armonía es inherente a lo manifiesto. Aunque a primera vista pueda parecer arbitrario y caótico, cada cosa tiene su sitio bien definido y su propósito claro.

La armonía que permea los mundos visibles e invisibles es tal que no tiene cabida ni hace falta ni un granito de arena, ni un acto, pensamiento, intención o emoción. Observando desde el punto de vista de lo uno, del orígen no manifiesto unificado, único, omnisciente y omnipresente, se ve esta realidad plena y en absoluta armonía inquebrantable. La suma de todo lo que pueda existir dento de la infinita variedad de gradaciones vibratorias, todas las acciones, reacciones, sentimientos, pensamientos, intuiciones, sueños, emociones, cada inhalació0n y cada exhalación, cada nacimiento y cada muerte, cada justa causa y cada injusticia cometida, cada cosa tiene su sitio con su propósito claro y ni un átomo está fuera de sitio.